martes, 4 de mayo de 2010

El juez de los abrazos.



Lee Shapiro es un juez retirado y también una de las personas más
auténticamente amables y cariñosas que conocemos. En un momento de
su carrera, Lee se dio cuenta de que "el Amor" es el poder más
grande que hay. Como resultado de ese descubrimiento se convirtió a
la "religion del Abrazo": empezó a dar abrazos a todo el mundo. Sus
colegas comenzaron a llamarlo "El juez de los Abrazos". En el
parachoques de su automovil se lee: "No me fastidies… ¡abrázame!".
Hace más o menos seis años, Lee inventó lo que él llamaba su "Equipo
de Abrazar". Por fuera dice: "Un corazón por un abrazo" y contiene
treinta corazoncitos rojos bordados con un adhesivo al dorso. Lee
saca su equipo de abrazar, se acerca a la gente y le ofrece un
corazoncito rojo a cambio de un abrazo. Gracias a esa práctica ha
llegado a ser tan conocido que con frecuencia le invitan a
conferencias y convenciones donde puede compartir su mensaje de Amor
Incondicional.

En una conferencia que se realizó en San Francisco, los medios de
comunicación locales le plantearon el siguiente reto: es fácil dar
abrazos en esta conferencia dirigida a personas que han venido aquí
porque han querido, pero eso sería imposible en el mundo real. Y lo
desafiaron a que empezara a dar abrazos por las calles de San
Francisco, seguido por un equipo de televisión de la emisora local.
Lee salió a la calle y abordó a una mujer que pasaba.
-Hola, soy Lee Shapiro, el juez de los Abrazos y doy un corazón de
estos a cambio de un abrazo- explicó.

-Como no- fue la respuesta.

Demasiado fácil objetó el comentarista local. Lee miró a su
alrededor y vió a una muchacha encargada de un parquímetro que
estaba siendo mal usado, por lo que el propietario de un automovil
estaba siendo multado. Lee se encaminó hacia ella, con la cámara a
su lado y le dijo:

-Me parece que a tí te vendría bien un abrazo. Soy el Juez de los
Abrazos y me ofrezco a darte uno.
Ella aceptó.

-"Mire… ahí viene un autobus"- lo desafió el comentarista de
televisión- "Los conductores de autobús de San Francisco son la
gente más dura, descortés y mezquina que hay en la ciudad. Vamos a
ver si consigue usted que lo abracen".

Lee aceptó el reto. Cuando el autobus llegó a la parada, dijo al
conductor:

-Hola, soy Lee Shapiro, el Juez de los Abrazos. El suyo debe ser
uno de los trabajos más agotadores del mundo. Hoy ando ofreciendo
abrazos a la gente para aliviarles un poco la carga. ¿Le apetece
uno?.

El hombre de un metro ochenta y cuatro y más de noventa kilos de
peso se levantó del asiento, bajó y le dijo:
-¿Por que no?.

Lee lo abrazó, le dió un corazón y lo saludó con la mano mientras el
autobus volvía a arrancar.
Los del equipo de televisión estaban mudos. Finalmente el
presentador dijo:

-Tengo que admitir que estoy muy impresionado.
Un día, Nancy Johnston, una amiga de Lee, llamó a su puerta. Nancy
es payaso de profesión e iba vestida con su disfraz de trabajo,
maquillada y con nariz postiza.

- Lee, coge un montón de tus equipos de abrazar y vamos al Hogar de
Incapacitados.

Tan pronto como llegaron, comenzaron a repartir globos, sombreros de
carnaval, corazones y abrazos entre los pacientes. Lee se sentía
algo incómodo: nunca había abrazado a nadie que tuviera una
enfermedad terminal, que padeciera graves disfunciones físicas o
mentales. Decididamente,aquello era excesivo para dos personas.
Pero pasado un rato las cosas se volvieron más fáciles, ya que se
fue formando un cortejo de médicos,enfermeras y ayudantes que los
seguían de un pabellón a otro.
Pasadas varias horas, llegaron al último pabellón donde se alojaban
los 34 casos más graves que Lee había visto en su vida. La
sensación fue tan horrible que lo descorazonó; pero, dado su
compromiso de compartir su amor para conseguir un cambio, Nancy y
Lee empezaron a abrirse paso por las habitaciones, seguidos por el
séquito de medicos y enfermeras, que por aquel entonces ya llevaban
corazones colgados al cuello y lucían sombreros de carnaval.
Finalmente, Lee llegó a la última persona, Leonard, que llevaba un
gran babero blanco sobre el cual babeaba incesantemente. Lee miró a
Leonard, que no dejaba de babear, y despues se volvió a Nancy
diciéndole:

-Vayámonos, Nancy, a una persona así es imposible llegar.
-Vamos Lee -respondió ella-. Es un ser humano como nosotros, ¿o no?.
Y le puso un sombrero de mil colores en la cabeza.
Lee sacó uno de sus corazoncitos rojos y lo pegó en el babero de
Leonard. Después,tras hacer una inspiración profunda, se inclinó a
abrazarlo. Súbitamente Leonard empezó a emitir un chillido. Otros
pacientes empezaron a golpear cacharros. Lee se volvió hacia el
personal de la sala, en busca de alguna explicación, y se encontró
con que "todos los presentes": pacientes, médicos, enfermeras y
auxiliares estaban llorando.

-¿Que es lo que pasa?- preguntó a la jefa de enfermeras.
Lee jamás olvidará su respuesta:

-En veintitres años… es la primera vez que hemos visto sonreir a
Leonard.

Así de sencillo es cambiar en algo la vida de la gente.

4 comentarios:

  1. Hola María!! Qué lindo amiga!! Gracias por tus palabras en mi blog. Son hermosas.
    Besosssssss

    ResponderEliminar
  2. Un Abrazo siempre nos cambia en algo y nos regala una sonrisa...un abrazo es sanador, porque el AMOR sana, el AMOR es belleza y salud...el AMOR es todo.
    Graciass... Abrazos desde mi alma!

    ResponderEliminar
  3. Gracias María, ya lo creo que el abrazo es sanador. Creo que es una experiencia que vale la pena vivir.
    Abrazo enorme de luz, Mirta

    ResponderEliminar

Gracias!!