miércoles, 30 de junio de 2010

Amar un ser humano









Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea; es agradecerle a la vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal    manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.



Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que él mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría; es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.

Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios limites y mantenerlos firmemente; es respetarte a tí mismo y no permitir que el otro transgreda aquellos que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en tí mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo.

Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.

Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tú formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas  luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, es amarte a tí mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
Jorge Hidalgo

lunes, 28 de junio de 2010

Julio Cortázar: Cronopios y famas. Y lobos esteparios de Hesse






Para tí;  mitad cronopio, mitad lobo estepario...miento....completamente cronopio y completamente lobo estepario. Gracias por ser como eres...por todo lo que das...por ser uno de mis locos... y por vivir la vida como la vives. Tu alma no está fría, las almas frías ni sienten ni padecen porque no están "vivas".
He enviado al sol y a todas las estrellas del firmamento para que llenen tu corazón y tu alma de besos y arcoiris... y te llegue toda la calidez y la luz de todo el universo.


Hermann Hesse. El lobo estepario.


Es algo hermoso esto de la autosatisfacción, la falta de preocupaciones, estos días
llevaderos, a ras de tierra, en los que no se atreven a gritar ni el dolor ni el placer,
donde todo no hace sino susurrar y andar de puntillas. Ahora bien, conmigo se da el
caso, por desgracia, de que yo no soporto con facilidad precisamente esta
semisatisfacción, que al poco tiempo me resulta intolerablemente odiosa y repugnante, y
tengo que refugiarme desesperado en otras temperaturas, a ser posible por la senda de
los placeres y también por necesidad por el camino de los dolores. Cuando he estado
una temporada sin placer y sin dolor y he respirado la tibia e insípida soportabilidad de
los llamados días buenos, entonces se llena mi alma infantil de un sentimiento tan
doloroso y de miseria, que al dormecino dios de la semisatisfacción le tiraría a la cara
satisfecha la mohosa lira de la gratitud, y más me gusta sentir dentro de mí arder un
dolor verdadero y endemoniado que esta confortable temperatura de estufa. Entonces se
inflama en mi interior un fiero afán de sensaciones, de impresiones fuertes, una rabia de
esta vida degradada, superficial, esterilizada y sujeta a normas, un deseo frenético de
hacer polvo alguna cosa, por ejemplo, unos grandes almacenes o una catedral, o a mí
mismo, de cometer temerarias idioteces, de arrancar la peluca a un par de ídolos
generalmente respetados, de equipar a un par de muchachos rebeldes con el soñado
billete para Hamburgo, de seducir a una jovencita o retorcer el pescuezo a varios
representantes del orden social burgués. Porque esto es lo que yo más odiaba,
detestaba y maldecía principalmente en mi fuero interno: esta autosatisfacción, esta
salud y comodidad, este cuidado optimismo del burgués, esta bien alimentada y
próspera disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente.
En tal disposición de ánimo terminaba yo, al oscurecer, aquel día adocenado y
llevadero. No lo terminaba de la manera normal y conveniente para un hombre algo
enfermo, entregándome a la cama preparada y provista de una botella de agua caliente
a modo de imán; sino que insatisfecho y asqueado por mi poquito de trabajo y
descorazonado, me calcé los zapatos, me embutí en el abrigo, dirigiéndome a la calle
rodeado de niebla y oscuridad, para beber en la hostería del Casco de Acero lo que los
hombres que beben llaman «un vaso de vino«, según un convencionalismo antiguo.
Así bajaba yo, pues, la escalera de mi sotabanco, estas penosas escaleras de la tierra
extraña, estas escaleras burguesas, cepilladas y limpias, de una decentísima casa de
alquiler para tres familias, junto a cuyo tejado tenía yo mi celda. No sé cómo es esto,
pero yo, el lobo estepario sin hogar, el enemigo solitario del mundo de la pequeña
burguesía, yo vivo siempre en verdaderas casas burguesas. Esto debe ser un viejo
sentimentalismo por mi parte. No vivo en palacios ni en casas de proletarios, sino
siempre exclusivamente en estos nidos de la pequeña burguesía, decentísimos,
aburridísimos e impecablemente cuidados, donde huele a un poco de trementina y a un
poco de jabón y donde uno se asusta, si alguna vez se da un golpazo al cerrar la puerta
de la casa o si se entra con los zapatos sucios. Me gusta sin duda esta atmósfera desde
los años de mi infancia, y mi secreta nostalgia hacia algo así como un hogar me lleva,
sin esperanza, una y otra vez, por estos necios caminos.
Así es, y me gusta también el contraste en el que está mi vida, mi vida solitaria,
ajetreada y sin afectos, completamente desordenada, con este ambiente familiar y
burgués. Me complace respirar en la escalera este olor de quietud, orden, limpieza,
decencia y domesticidad, que a pesar de mi odio a la burguesía tiene siempre algo
emotivo para mí, y me complace luego atravesar la puerta de mi cuarto, donde todo
esto termina, donde entre los montones de libros me encuentro las colillas de los
cigarros y las botellas de vino, donde todo es desorden, abandono e incuria, y donde
todo, libros, manuscritos, ideas, está sellado e impregnado por la miseria del solitario,
por la problemática de la naturaleza humana, por el vehemente afán de dotar de un
nuevo sentido a la vida del hombre que ha perdido el que tenía.
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Con fingida alegría me puse a trotar sobre el asfalto de las calles, húmedo por la
niebla. Las luces de los faroles, lacrimosas y empeñadas, miraban a través de la blanda
opacidad y absorbían del suelo mojado los difusos reflejos. Mis años olvidados de la
juventud se me representaron; cuánto me gustaban entonces aquellas noches turbias y
sombrías de fines de otoño y del invierno; cuán ávido y embriagado aspiraba entonces el
ambiente de soledad y melancolía, correteando hasta media noche por la naturaleza
hostil y sin hojas, embutido en el gabán y bajo lluvia y tormenta, solo ya en aquella
época también, pero lleno de profunda complacencia y de versos, que después en mi
alcoba escribía a la luz de la vela y sentado sobre el borde de la cama. Ahora ya esto
había pasado, este cáliz había sido apurado, y ya no me lo volverían a llenar. ¿Habría
que lamentarlo? No. No había que lamentar nada de lo pasado. Era de lamentar lo de
ahora, lo de hoy, todas estas horas y días que yo iba perdiendo, que yo en mi soledad
iba sufriendo, que ya no traían ni dones agradables ni conmociones profundas. Pero,
gracias a Dios, no dejaba también de haber excepciones: a veces, aunque raras, había
también horas que traían hondas sacudidas y dones divinos, horas demoledoras, que a
mí, extraviado, volvían a transportarme junto al palpitante corazón del mundo. Triste y,
sin embargo, estimulado en lo más íntimo, procuré acordarme del último suceso de esta
clase. Había sido en un concierto. Tocaban una antigua música magnífica. Entonces,
entre dos compases de un pasaje pianístico tocado por oboes, se me había vuelto a abrir
de repente la puerta del más allá, había cruzado los cielos y vi a Dios en su tarea, sufrí
dolores bienaventurados, y ya no había de oponer resistencia a nada en el mundo, ni de
temer en el mundo a nada ya, había de afirmarlo todo y de entregar a todo mi corazón.
No duró mucho tiempo, acaso un cuarto de hora; volvió en sueños aquella noche, y
desde entonces, a través de los días de tristeza, surgía radiante alguna que otra vez de
un modo furtivo; lo veía a veces cruzar claramente por mi vida durante algunos minutos,
como una huella de oro, divina, envuelta casi siempre profundamente en cieno y en
polvo, brillar luego otra vez con chispas de oro, pareciendo que no había de perderse ya
nunca, y, sin embargo, perdida pronto de nuevo en los profundos abismos. Una vez
sucedió por la noche que, estando despierto en la cama, empecé de pronto a recitar
versos, versos demasiado bellos, demasiado singulares para que yo hubiera podido
pensar en escribirlos, versos que a la mañana siguiente ya no recordaba y que, sin
embargo, estaban guardados en mí como la nuez sana y hermosa dentro de una cáscara
rugosa y vieja. Otra vez tomó la visión con la lectura de un poeta, con la meditación
sobre un pensamiento de Descartes o de Pascal; aún en otra ocasión volvió a surgir,
estando un día con mi amada, y a conducirme más adentro en el cielo. ¡Ah, es difícil
encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo
tan contestadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas
arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo
de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos
fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar
mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un
libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los
hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de
gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes
ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias
para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes; no puedo
entender ni compartir todos estos placeres, que a mí me serían desde luego asequibles y
por los que tantos millares de personas se afanan y se agitan. Y lo que, por el contrario,
me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación
y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las
novelas; en la vida, lo considera una locura. Y en efecto, si el mundo tiene razón, si esta
música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos
con tan poco tienen razón, entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que
estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he
llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya
no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento.

Hermann Hesse. El lobo estepario.

domingo, 27 de junio de 2010

Eckhart Tolle.




   No es época de maestros, así lo siento. Es uno y sólo uno el que tiene que buscar su camino, siempre dentro de él, nunca afuera....
Pero, siempre lo he dicho que fue un libro de Tolle, que llegó a mí a través de mi hija, el que encendió una lucecita en mi corazón, que ya nada ni nadie puede apagar.
Para ayudarme tambien enviaron a Carol, mi camaleona sinpapeles, que  en el "ratito" que quiso vivir conmigo, me hizo  entender el sentido de la vida.

Gracias Anna, mujer-mano, llena de sensibilidad y ternura....
 Fotografía d´anna serrat


viernes, 25 de junio de 2010

Sirena



Sirena sol agua
ven duda siempre
dorado esperanza miedo
azul miro infinito
estrella firmamento quiero
sólo alguno ola
tú plateado cielo
sí no montaña
arcoiris luna mano
rosa jazmín sueño





He soñado un mar de olas que rompen en tus ojos infinitos.
Iré a buscarte para que las oigas.
Celebraremos en silencio la canción del árbol en la Via Láctea.
Salgo....miro...veo...siento....me fundo.
¿A quién puedo contar mi visión orgásmica de la vida?



jueves, 24 de junio de 2010

Carta abierta de un varón a otro varón









"Querido congénere:

Esta carta no podía tener otro destinatario que no fueras vos. Nadie podría entender mejor de qué hablo, qué quiero decir. Querido congénere, vos y yo, varones ambos, estamos en peligro de extinción. Así como nos mandaron a vivir nuestras vidas de hombres, así como nos mandaron relacionarnos con las mujeres, con nuestros hijos, con las cosas, con los seres, con el mundo, así no va más.

Te quiero contar cosas que escucho, que siento, que pienso, que vivo y que veo, cosas que nos involucran y que, quizás, no ignoras y te preocupan tanto como a mí. Veo mujeres tristes, desalentadas, resignadas a no encontrarse emocionalmente con nosotros, a no contarnos como compañeros de vida, digo como verdaderos compañeros de vida, como hombres dispuestos a explorar con ellas los espacios desconocidos del afecto, a confiar en que nuestras diferencias nos enriquecerán, dispuestos a mirarlas con cariño, con ternura, con humor, además de con deseo. Veo mujeres que no nos entienden ni se sienten entendidas por nosotros, mujeres que han hecho hasta lo imposible por comunicarse (y debo decirte querido congénere, que a menudo hacen de más, se ponen demasiado ansiosas, sofocan, se adelantan a nuestros tiempos). Han hecho hasta lo imposible guiadas por la mejor, la más amorosa de las intenciones. Y hoy a muchas las veo y escucho resignadas a convivir con hombres que siempre serán extraños y lejanos o, directamente, a prescindir de ellos. Muchas mujeres prefieren compartir su tiempo con otra u otras mujeres: reciben más afecto, más comprensión, más compañía (aunque le falte el tipo de compañía, comprensión y afecto masculinos que tienen otra energía, otra vibración, no opuesta sino complementaria). Hay mujeres a las cuales empezamos (sólo empezamos) a resultarles prescindibles. Y si prescinden de nosotros, ellas estarán sin hombres, pero los que estaremos verdaderamente solos seremos nosotros, te lo aseguro. Nosotros, los varones sabemos muy poco, o nada, de estar solos, salvo en las trincheras o arriba de un ring. Y aún así, nos damos el dudoso lujo de aislarnos.

Por las dudas, te lo aclaro: cuando digo que las mujeres acabarán prefiriendo estar con mujeres, no hablo de sexo. Lo aclaro porque sé que los varones sabemos poco de intimidad, simplificamos y nos confundimos. Estarán juntas de un modo que nosotros no sabemos estar entre nosotros. Espero que entiendas. Y si no, hermano, espero que empieces a aprender a entender.

Veo y oigo, también, a muchos hijos desalentados. Ya no hacen más esfuerzo por acercarse a sus padres, ya no esperan que sus padres se acerquen a ellos, quiten el candado de la distancia emocional, compartan sentimientos, sensaciones. Ya no esperan que sus padres se interesen de verdad por lo que a ellos o ellas (hijo, hija) les pasa, ya no aspiran a ser revalidados por la amorosa y firme mirada paterna. No sé si te ocurre, no sé si te ha tocado, pero he sido testigo u oyente de muchas palabras de hijos desalentados. Dicen cosas como “A mi viejo no vale la pena pedirle nada, nunca tiene tiempo, siempre está ocupado”. O dicen: “Me hubiera gustado verlo en la entrega de diplomas, me hubiese gustado que estuviera allí (y no en una reunión o jugando al tenis o llevando el coche al taller) el día que traje a mi novia por primera vez a casa”. O dicen: “Me gustaría no sentir este silencio incómodo cuando nos quedamos solos. Me gustaría que me mire a los ojos cuando me habla. Me gustaría que no opine sobre todo lo que digo. Me gustaría que me escuche sin juzgarme. Me gustaría que alguna vez me prohíba algo y me lo explique, así puedo aprender. Me gustaría que no me trate como a un amigo, que no se haga el pendejo, que no me robe mi manera de hablar; necesito sentir que es mayor que yo, que tiene otra experiencia, que sabe cosas que no sé, que podré confiar en él si me pierdo. Y así, con un padre pendejo, no puedo. Y paso vergüenza ante mis amigos, porque encima no funciona como pendejo”.

Muchos de esos hijos, hermano varón, ya no buscan a sus papás, se han resignado a perderlos emocionalmente o a tenerlos sólo como proveedores. Y eligen como confidente a mamá. Ella, que nunca fue varón, que no se siente como varón, que carece de experiencia de varón, tiene que explicarles desde qué hacer con una chica (¡yo tampoco lo creía hasta que fui testigo varias veces!), hasta como enfrentar una situación temida. Para esos hijos pronto seremos prescindibles. Ellos se quedarán, funcionalmente, sin padre, les será doloroso pero seguirán adelante con su vida, aprenderán a ser hombres de alguna manera, acaso sean buenos hombres. Los que nos vamos a quedar de veras solos somos nosotros.

No sé si te pasa, no sé si lo sientes, observo cada vez más hombres que desconfían de otros hombres, que los ven como enemigos, como obstáculos, o a lo sumo los ven como instrumentos, como medios. “Este tipo me sirve o no me sirve, lo tengo que cuidar o lo tengo que cagar”. Escucho eso, lo escucho con una frecuencia que me alarma. Pasa en las empresas, en la política, en la vida social, en los clubes, en las agrupaciones profesionales. Veo cada vez más hombres enceguecidos por la ambición, a los que no les importa qué precio (moral, en salud, en dinero, o reputación) hay que pagar para tener. Tener, ésa es la palabra, hermano varón. Tener poder, mujeres, plata, casa, cosas (no importa qué cosas: cosas). Cuando hay tan poca solidaridad, tan poca empatía, tan poca camaradería entre los varones estamos mal, hermano varón. Nos quedaremos solos, solos entre nosotros, solos y en guardia, solos y enfermos.

Cada vez veo más hombres deprimidos, hombres que no duermen, hombres que parecen pastilleros ambulantes (viagra, alopidol, alplax, clorazepán, ansiolíticos, sedantes, antiácidos, antiinflamatorios, analgésicos, farmacias que caminan), hombres que desoyen todos los síntomas con que sus cuerpos les hablan, hombres con dolores, con malestares físicos o emocionales a los que prefieren no atender. Morimos antes de tiempo o llegamos estropeados a nuestra vejez. Necesitamos, para nosotros y para otros, llegar vivos a la hora de nuestro final, con capacidad para convertir nuestras experiencias en sabiduría y para hacer de nuestra sabiduría una herramienta al servicio de nuestros afectos y nuestro mundo. Pero la gran mayoría de nosotros estamos llegando vacíos, sin nada para transmitir, habiendo acumulado vivencias como quien junta fotos, pero sin haberlas transformado en algo trascendente.

Así no va más, hermano varón, querido congénere. Con nuestra violencia, con nuestra ausencia de perdón, de comprensión, de flexibilidad, estamos destruyendo el mundo. Digo nosotros, digo los varones, no es un “nosotros” abstracto. Digo los hombres (no digo “la humanidad”), los que tenemos pito y voces gruesas y pelos en todas las partes (a veces no en la cabeza). ¿Se entiende, muchacho? Digo que los varones, con nuestro maldito mandato machista, ya hemos mucho daño y ya nos hemos hecho mucho daño a nosotros. Así, no va.

Seremos prescindibles para las mujeres. ¿Quien nos hizo creer que estarán siempre a nuestros pies, muertas por nuestros pitos? Seremos prescindibles para nuestros hijos. La paternidad biológica es solo un dato, un accidente, hay que darle sentido, llenarla de contenido. Prescindimos entre nosotros el uno del otro, apenas nos usamos. Así no se construyen vínculos fraternales y fecundos. Ya hay mujeres (narcisistas si querés, egoístas si te parece, estoy de acuerdo) que nos usan de padrillos, a veces sin que los sepamos, para tener hijos y librarse de tener maridos. Ya hay fecundación in vitro. Y si la clonación avanza (Dios no permita que esos locos omnipotentes lleguen a cumplir, invocando a la ciencia, sus sueños demenciales) bastará con una célula materna para crear un hijo. Y no seremos necesarios ni como sementales. Será el ominoso final de un modelo que nos hizo creer invulnerables, poderosos y ganadores. ¿Qué ganábamos, querido congénere?

¿De veras no estás un poco harto de tener que demostrar todo el tiempo que tenés huevos? ¿Qué quiere decir tener huevos? No es algo que elegiste, no es algo que se logra con esfuerzo, con aplicación, con creatividad. Terminémosla con los huevos. La mayoría de nosotros (la penosa inmensa mayoría) ni siquiera sabe qué función cumplen los testículos en nuestro organismo.

¿De veras no estás harto de demostrar tu aguante, de bancártela solo? También los burros tienen mucho aguante. Y los bueyes. ¿Hay algo más por lo que destaques? ¿Algo propio, generado desde tu corazón?

¿De veras no estás harto de tener que demostrar a las mujeres el largo y el grosor de tu pene, de tratar de batir récords cuando estás con ellas? ¿No estás harto de ir a la cama con pavor de que tu arma tenga la pólvora mojada? ¿No estás harto de negarlo, lo vas a negar ahora una vez más? Yo soy como vos, de manera que aquí podés ahorrártelo. Y, de paso, ¿no te gustaría saber un poco más acerca de cómo sienten sexualmente las mujeres, de qué les gusta, de qué esperan de vos antes de que empieces con tu exhibición y las dejes afuera? ¿No crees que podés llevarte alguna grata sorpresa al averiguarlo? ¿O para vos no hay nada que aprender? ¿Dónde aprendiste tanto? ¿Te lo enseñó tu papá, o algún hombre mayor sabio, cariñoso, afectuoso y comprensivo? ¿O lo aprendiste de oídas? ¿O pagando a una mujer de la cual no recordás el rostro? ¿De veras no estás harto?

¿De veras no estás harto de mirar de reojo el auto del tipo del lado, y si es más nuevo o potente que el tuyo, salir corriendo a cambiar tu coche para que no crean que sos pobre o que tenés menos poder, o que la tenés más corta?

¿De veras no estás harto de hablar sólo de lo bien que te va, de callarte los dolores, las dudas, las vergüenzas, las dudas? Digo, ¿no estás harto de aparentar, de competir aún de palabra, de tapar, de disimular?

¿De veras no estás harto de tanto chiste machista, de tanto infantilismo acumulado, de tanta simpleza intelectual, de tanto desprecio por las mujeres, por los homosexuales, por los que apuestan a otra vida y a otros vínculos sin que pierdan por eso ni una gota de testosterona? ¿No estás harto, eso quiero decir, de vivir con el culo apretado por el miedo, por el pánico a lo diferente?

¿No estás harto de justificar guerras, matanzas y destrucciones en nombre de la política? ¿No estás harto de callar, por miedo a que te llamen tonto, ingenuo o maricón, tu oposición a la muerte de quien sea, de un palestino, de un libanés, de un judío, de un afgano, de un iraquí, de un serbio, de un croata, de un ruso, de un indio, de un paquistaní, de una mujer, de un chico (de miles y miles de chicos), no estás harto de tu propio silencio e inacción?

¿No estás harto de tener sólo cuatro o cinco temas de conversación (mujeres, política, fútbol, economía, tecnología) temas seguros, donde nunca arriesgarás nada personal, temas protegidos, temas que, a fuerza de ser los único, te alejan de otros temas, de otra gente, del corazón de otra gente (mujeres, hijos, amigos, nuevos seres a conocer) y de tu propio corazón?

¿No estás harto de ser un eterno adolescente, alguien que se niega a entrar en las etapas evolutivas de la vida, alguien que se convierte, mientras pasan los años, en la patética caricatura de un púber y que , por muy macho que se diga, no tiene coraje (o huevos, como te gusta decir) para emprender la aventura espiritual, emocional y cósmica de convertirse en un hombre de verdad, un hombre de los que el mundo, y las mujeres, y nuestros hijos, y los otros amigos, necesitan?

Si no estás harto, acaso cuando lo estés ya sea tarde, ya estarás definitivamente solo, ya serás absoluta e irreversiblemente prescindible. Si no estás harto, formás parte de una especie en extinción. También los dinosaurios lo eran, aunque no lo supieran, cuando parecían enormes y poderosos. Formás parte de una especie en extinción y no habrá una ONG que esté dispuesta a rescatarte. Otras especies serán prioritarias. Especies que no depredan, que no discriminan, que no asesinan masivamente entre sí, que equilibran el universo.

Si estás harto, el momento de cambiar es ahora. No hay excusas, no hay peros.

Así no va más. Me dirás que sí va, mire quienes gobiernan los países, quienes están al frente de las empresas, quienes rigen el deporte, quienes manejan las finanzas, quienes son los economistas que ven números pero no personas, quienes inventan cada día una guerra para seguir vendiendo armas y robando petróleo mientras invocan causa inexistentes, quienes mandan a morir a los hijos de los otros, quienes intoxican a nuestros hijos con la comida chatarra, televisión chatarra, juguetes chatarra, ideas chatarra, quienes nos hacen creer que moriremos si no tenemos un auto, un plasma, una computadora de ultimísima generación, que seremos poca cosa sin una zapatilla que hasta marca nuestras pulsaciones, quienes manipulan nuestra salud desde las corporaciones farmacéuticas. Miro y los veo. Son hombres insalubres, inoculados e inoculadores de un paradigma tóxico. Y son mayoría. Es cierto. Pero te repito. También los dinosaurios parecían invulnerables, cuando, aunque ellos no lo supieran, ya estaban en extinción. Y, de paso, pido perdón a los dinosaurios por la comparación. Estos hombres no son inocentes como eran ellos. Son imputables. A esta altura de la historia, de las comunicaciones, de la sociología, de la psicología, de la información y del conocimiento, son imputables. No podrán decir que no sabían. En todo caso que digan que les gustaba y les creeremos. No podrán decir que cumplían mandatos. La civilización ha vivido cosas que impiden aceptar esa excusa.

Por eso digo, hermano varón, que si estás harto sólo te queda el camino de empezar a cambiar tus conductas. No tus palabras, no basta con que cambies de discurso. Hay que transformar las acciones, las actitudes, los hechos. Y también las palabras. Quedarte en el discurso te hará imputable. El tiempo es ahora. El lugar es tu casa, tu trabajo, el espacio que compartes con tu mujer (o con las mujeres), con tus hijos, con otros hombres. Es aquí y ahora, cada día en cada lugar. Ya. No te dejes engañar por esa mayoría de hombres que ves. Los varones somos, con el paradigma masculino hegemónico hoy vigente, una especie en peligro de extinción. Y esos tipos son los responsables. ¿Querés ser como ellos? Yo no.

Me preguntarás desde dónde hablo, qué derechos me arrogo. Cuál es mi púlpito. Me identifico. Soy un varón de este mundo, de este tiempo. Un marido, un padre, un profesional. Un hombre que ha vivido ya más de la mitad de su vida y ha experimentado todos los mandatos del paradigma. Que hace tiempo ya no quiere más de eso.

Soy un hombre harto de estos hombres. Un hombre que tiene con ellos una cuestión personal, porque degradan mi sexo. Soy un hombre al que le duelen los tiempos que vive. Un hombre que tiene la visión de un mundo compasivo y fraternal, inclusivo, enriquecido por la diversidad, fecundo. Un hombre harto que sospecha no ser el único hombre harto.

Si también estás harto, nos encontraremos en el camino.
Hasta entonces, un abrazo fraterno.
Sergio Sinay

EXTRACTO DEL LIBRO "LA MASCULINIDAD TÓXICA" DE SERGIO SINAY. EDICIONES B, ARGENTINA, 2006




miércoles, 23 de junio de 2010

Y él responde



No te había contestado este video espectacular....porque mi corazón estaba al revés y entre tantas idioteces e inconsciencias mías no había valorado en su profundidad total el contenido maravilloso de este video, de esas palabras....palabras que acortan distancias y que expresan un amor puro, sensible, erótico.. lleno de aromas sublimes...

Me hueles a jazmín, a estrella, a noche lluviosa.... a lágrima emocionada excitada..

Tu existencia está llena de una sensibilidad nueva y lejana, llena y vacía.... vacía porque lo hace para llenarse cada vez mas, de esas cosas nuevas que solo el infinito escribe en las almas enamoradas,  pero enamoradas de verdad....
Lo cierto es que no puedo escribirte..., .porque contigo se me agotan ya las letras porque el sentir que hay no se puede expresar más..

Se prepara un viaje a Grecia, y quizás en alguna lokura y volada mía te busque, sólo para mirarte de frente, darte un abrazo y decirte..GRACIAS GRACIAS Y MIL GRACIAS..
Aunque ante la majestuosa presencia de tu ser infinito, me sentiré cual duende frente a una hada sensible, hermosa y plena que ha llenado mi alma de cosas que este plano material no puede concebir..
Que rico saber que existes y que me llevas en tu corazon, así, simplemente,  sin importar la distancia y a pesar de que nuestros aromas se los lleva el viento y no se juntan....sólo en un sueño y en la subjetividad de nuestras almas....

Cuídate mucho...


.

lunes, 21 de junio de 2010

Amo mi cuerpo cuando está con tu cuerpo


Amo mi cuerpo cuando está con tu cuerpo,
es un cuerpo tan nuevo
de superiores músculos y estremecidos nervios.
Amo tu cuerpo, amo sus actos,
amo sus preguntas, amo, palpar las vértebras
de tu cuerpo y tus huesos y la estremecida
firme suavidad a la que quiero
una y otra vez besar, amo este beso,
esto y aquello de ti,
quiero frotar suavemente el sacudido vello
de tu eléctrica piel, y lo que sea acabe
en dividida carne... y los grandes ojos, trozos de amor,
y tal vez la estremecida emoción
tan siempre renovada de estar sobre ti.

 
E.E. Cummings





Hay pájaros en el cielo y todo está inmensamente limpio y bello.
Doy gracias por esta fuerza que me nace no se bien de donde....pero que está unida a toda la naturaleza.
Y agradezco también poder seguir viendo la belleza de la vida en todo.
Hoy me quiero más que nunca...quizá porque lo necesito.
Siento una fuerza inmensa...el poder de la vida...el poder del amor que lo llena todo.
Y sigo estando llena de él....totalmente llena.
Sé de mi valor.... lo que valgo y también siento que nada exterior a mí puede menguarme.
He aprendido a valorarme, a aceptarme como soy.
Soy como soy. Soy yo.
No soy títere que revolotea mendigando migajas.
No soy un pez...ni me siento como uno en agonía.
No es el pez el que moría...era la relación

domingo, 20 de junio de 2010

La cuarta mujer



        

Hoy he tenido un "evento", de esos que piden tus mejores galas. Y no he parado en todo el día de preguntarme como lo hacen las demás. Salgo de trabajar, voy corriendo al super, vuelvo, coloco, hago la comida. Y que me pongo??... traje blanco ceñido que se transparentan hasta mis pensamientos...no!!...pantalon?....tampoco!!. Mi hija me deja un lindo vestido, que me sienta bien y sus sandalias..Corro a ducharme, no tengo casi tiempo y ya en la ducha entra mi hijo..."Mamá... ¿a que no sabes quien es la cuarta mujer más sexi del mundo?. Me miro y pienso...."debo ser yo"......pero no, no estoy metida en esas listas. Tengo clase y de ahí me voy directa a buscar a una amiga que me acompaña. Meto a toda prisa en dos bolsos...que si la ropa de vestir, que si zapatos, que si yo que sé cuantas cosas más. Me maquillo, pero a mi hijo no le parece bien y me da un toque y salgo despendolada. Ya en el coche me acuerdo de lo que me ha dicho mi hija: "mamá no se te ocurra salir sin alisarte el pelo" (ella es realmente la invitada al estreno de un corto, en el que ha trabajado de maquilladora y caraterización, (pero en casa del herrero, cuchillo de palo)) y efectivamente, liso, liso. lo llevo, más que liso, porque no he tenido tiempo de secármelo y poco menos que chorrea. Divina Yo!!. Aprovecho tres horas que tengo de clases para alisármelo con un peine y con las manos. Corro....amiga... me visto...................................... Detalleeeeeee....sandaliasssss y no me ha dado tiempo de pintarme mis uñitas de los pies. Y claaaaroooo es  el coche uno de los mejores sitios para hacerlo. Consigo llegar peinada, pintada, vestida, compuesta y con una sonrisa inmensa, como lo más natural del mundo. Como natural tambien es que he vuelto a casa delcalza...sí...mi pobre hija (el poder ya no es nuestro, es de ellos), que se fue después de su lucha particular con unos tacones que le destrozaban los pies. Siiiiii, porque a las mujeres los tacones nos destrozan los pies, pero somos capaces de hacer todos los esfuerzos inimaginables por vernos bien, por intentar ser la cuarta de esa lista.....
Y bueno, ha estado bien...hacía tiempo que no me reía tanto. Y además...estoy convencida de que soy la cuarta mujer más algo...o la primera!!!!! (Si no os lo creeis mirar en mi lista)
PD: Las listas que publican, oficiales o no, son todas falsas. 

sábado, 19 de junio de 2010

A Flor Máis Grande do Mundo (José Saramago)



"No he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían haber sido otras". 
Saramago.



 


"¿Para qué sirve la literatura? Si hay que buscar el sentido de la música, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada".

"Se llega más fácilmente a Marte que a nuestro propio semejante."

"No creo en Dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en Dios, no lo necesito y además soy buena persona».

"Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos".

«Ni yo puedo hacerte todas las preguntas, ni tú puedes darme todas las respuestas»

«¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?

«La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad»

"La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva".

"Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran".


"Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad".


"Yo no decido sobre lo que voy a escribir. No, yo espero a que algo ocurra".

"Ahora, no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve".




(...) Ese jardín encantado quizá haya sido para el niño feliz, el que está descubriendo el mundo. Pero quise sacar a luz también al niño infeliz, al niño melancólico. Yo le digo a la gente, ¿tu niño está triste? Déjalo estar, está creciendo. Pequeñas memorias tiene un epígrafe que dice "déjate llevar por el niño que has sido". Tengo tan presente a ese niño como si yo fuera por ahí llevado por él, de la mano.
 
(...) Como cualquier otro lector, o escritor, me busco a mí mismo. Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como "realidad", ése sigue siendo el mayor deslumbramiento.

"Las sociedades son apáticas y ni siquiera la evidencia de los hechos las conmueve o las mueve. Si no hay resistencia se puede llevar a las sociedades donde quiera. La sociedad civil, tan reclamada y aplaudida por políticos es la más manipulada y más allá está el caso de las multinacionales que desvirtúan las democracias. En democracia el ciudadano debe elegir, que yo sepa las multinacionales no se presentan a las elecciones y tienen el poder efectivo, real. Es una comedia de engaños".

"Es un bosque que navega y se balancea sobre las olas, un bosque en donde, sin saberse cómo, comenzaron a cantar pájaros, debían de estar escondidos por ahí y de repente decidieron salir a la luz, tal vez porque la cosecha ya esté madura y es la hora de la siega..".

"El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido".

"Yo no invento, sólo miro por detrás de lo que ya existe".

Jose Saramago



lunes, 14 de junio de 2010

Me voy





Me voy un ratito....a descansar....a buscarme... a ver si me encuentro.
Seguiré a esos pájaros azules que revolotean en mis ojos.... que algo me quieren decir.
No caben más cosas en mi cuerpo, ni una más, ni media, por eso creo que estos líquidos se me rebosan.
En otras vidas he sido "espantapájaros"...pero  en esta son los únicos que no se espantan.
Vienen conmigo al fondo del mar, a la superficie, a mi barco pirata....allende los mares....donde el silencio es absoluto...huele a sol....a nube.....allí donde nadie me espera......



Y uno aprende


..



Después de un tiempo
Uno aprende la sutil diferencia
Entre sostener una mano y encadenar el alma,

Y uno aprende que el amor no significa acostarse
Y una compañía no significa seguridad
Y uno empieza a aprender

Que los besos no son contratos
Y los regalos no son promesas,
Y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
Que uno realmente es fuerte,
Que uno realmente vale

Y después de un tiempo
Uno planta su propio jardín y decora su propia alma
En lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Con el tiempo aprendes
Que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro
Significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo aprendes
Que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte
Puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo aprendes
Que si estas al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad,
Irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo comprendes que los verdaderos amigos son contados,
Y que quien no lucha por ellos
Tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes
Que disculpar cualquiera lo hace
Pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes
Que si has herido a un amigo de forma dura
Muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta
Que aunque seas feliz con tus amigos,
Algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta
De que cada experiencia vivida con cada persona, es única e irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta
De que el que humilla o desprecia a un ser humano,
Tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy,
Porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.

Con el tiempo comprenderás
Que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen
Ocasionará que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta
De que en realidad lo mejor no era el futuro,
Sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que,
Aunque seas feliz con los que están a tu lado,
Añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo
Y ahora se han marchado

Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón,
Decir que amas decir que extrañas,
Decir que necesitas decir que quieres ser amigo,
Ante una tumba ya no tiene sentido.

Y uno aprende y aprende
Y con cada dia uno aprende.
Pero desafortunadamente sólo con el tiempo.
(no es de Borges, como dicen algunos...)

domingo, 13 de junio de 2010

La despedida






Bañaba el sol la tarde,
en reflejos dorados el otoño
lloraba sus hojas amarillas
y nuestros mudos labios palpitaban,
un anhelo de palabras sencillas
cubrían nuestras almas
como un oscuro manto
ese silencio angustioso de toda despedida
al ver que sus pupilas se anegaban en llanto
¡Como un cristal sonoro se rompió la vida!

De mi amigo Erich Paul Klausch

sábado, 12 de junio de 2010

jueves, 10 de junio de 2010

Quise amarte.............



................. gramaticalmente,  preposicionalmente...

a..............                                ante................
bajo................ cabe... ..............                                      con...................                         contra...........                                              de................                     desde........................ en...............................                                    entre...................... hacia........................ hasta.......................                          para............................ 
                                                           por....................            según....................
                              sin..................                                                             so.................. sobre..................                   
tras..............................




Pero no te dejaste............








martes, 8 de junio de 2010

Caperucita y el lobo machista





XLSemanal - 31/5/2010


Hoy me he levantado con talante. Como después de haber publicado El pequeño hoplita -un cuento sobre un niño en las Termópilas, que tanto debe a su magnífico ilustrador, Fernando Vicente- le tomé el gusto a la narrativa infantil, he decidido echar un cable. Ayudar a que nuestra ministra de Igualdad y Paridad, Bibiana Aído, rubia joya de la corona, haga realidad su bonito proyecto de conseguir que los cuentos tradicionales para pequeños cabroncetes sean desterrados de escuelas y hogares, y dejen de ser un reducto machista, sexista y antifeminista. O que, expurgados y reconvertidos a lo social y políticamente correcto, contribuyan, ellos también, a la formación de futuras generaciones de ciudadanos y ciudadanas ejemplares y ejemplaras.

Como está mandado. Al principio pensaba hacerlo con el cuento de Blancanieves y las siete personas de crecimiento inadecuado; que, como sostiene Bibiana, requiere, título aparte, una remodelación general urgente. Pero ciertos indicios de intolerable violencia machista en la casita del bosque, como que sea una mujer quien cargue con todas las labores del hogar, o que no haya paridad de sexos en el número de individuos que trabajan en la mina -su número impar complica además el asunto-, me decidieron a dejarlo para más adelante. Lo intenté luego con La soldadita de plomo y ploma; y no es por echarme flores, pero lo tenía casi resuelto. Una soldadita de plomo de la ULFF -Unidad Legionaria Femenina Feroz-, terror de los talibanes afganos y de los piratas del Índico, impedida en su extremidad locomotriz por haber caído poco metal en el molde cuando la fundían. O sea, incompleta física de una pierna, para entendernos. O no. Lo que antes se decía, en jerga fascista, coja. Y que, desde su repisa en el cuarto de juegos de una niña, se enamora de un bailarín de ballet de papel maché que está enfrente, puesto tal que así, de puntillas, y que tiene una bonita lentejuela de plata en el prepucio. Se lo leí a mi hija por teléfono, a ver qué tal iba la cosa; pero al llegar a lo de la lentejuela me aconsejó dejarlo. Te van a malinterpretar, dijo. Así que al final me decidí por un clásico inobjetable: Caperucita Roja. Y está feo que lo diga, pero la verdad es que lo he bordado. Creo.

Caperucita Roja camina por el bosque, como suele. Va muy contenta, dando saltitos con su cesta al brazo, porque, gracias a que está en paro y es mujer, emigrante rumana sin papeles, magrebí pero tirando a afroamericana de color, musulmana con hiyab, lesbiana y madre soltera, acaban de concederle plaza en un colegio a su hijo. Va a casa de su abuelita, que vive sola desde que su marido, el abuelito, le dio una colleja a Caperucita porque no se bebía el colacao, ésta lo denunció por maltrato infantil, y la Guardia Civil se llevó al viejo al penal de El Puerto de Santa María, donde en espera de juicio paga su culpa sodomizado en las duchas, un día sí y otro no, por robustos albanokosovares. Que también tienen sus necesidades y sus derechos, córcholis. El caso es que Caperucita va por el bosque, como digo, y en éstas aparece el lobo: hirsuto, sobrado, chulo, con una sonrisa machista que le descubre los colmillos superiores. Facha que te rilas: peinado hacia atrás con fijador reluciente y una pegatina de la bandera franquista, la de la gallina, en la correa del reloj. Y le pregunta: «¿Dónde vas, Caperucita?». A lo que ella responde, muy desenvuelta: «Donde me sale del mapa del clítoris», y sigue su camino, impasible. «Vaya corte», comenta el lobo, boquiabierto. Luego decide vengarse y corre a la casa de la abuelita, donde ejerce sobre la anciana una intolerable violencia doméstica de género y génera. O sea, que se la zampa, o deglute. Y encima se fuma un pitillo. El fascista. Cuando llega Caperucita se lo encuentra metido en la cama, con la cofia puesta. «Que sistema dental tan desproporcionado tienes, yaya», le dice. «Qué apéndice nasal tan fuera de lo común.» Etcétera. Entonces el lobo le da las suyas y las de un bombero: la deglute también, y se echa a dormir la siesta. Llegan en ésas un cazador y una cazadora, y cuando el cazador va a pegarle al lobo un plomazo de postas del doce, la cazadora contiene a su compañero. «No irás a ejercer la violencia -dice- contra un animal de la biosfera azul. Y además, con plomo contaminante y antiecológico. Es mejor afearle su conducta.» Se la afean, incluido lo de fumar. Malandrín, etcétera. Entonces el lobo, conmovido, ve la luz, se abre la cremallera que, como es sabido, todos los lobos llevan en la tripa, y libera a Caperucita y a su provecta. Todos ríen y se abrazan, felices. Incluido el lobo, que deja el tabaco, se hace antitaurino y funda la oenegé Lobos y Lobas sin Fronteras, subvencionada por el Instituto de la Mujer. Fin. Arturo Perez Reverte

Premio a la mejor idea fugitiva.




 El blog de marpin y la rana, cuya lectura recomiendo, me ha entregado este premio, desinteresadamente y sin jamón de por medio. Gracias marpin y rana.
Quiero compartirlo con todos mis amigos de estos mundos, que no parecen reales, pero son reales. 
Te animan, te dudan, te soportan, te quieren, te rien, 
te dejan, te sueñan, te sonrisan,  te dan, te quitan...te.....




domingo, 6 de junio de 2010

Mis duendecillos





Viven conmigo unos duendecillos la mar de traviesos. Conforme va pasando el tiempo van cogiendo confianza y avisan a sus primos o vaya usted a saber quien, pero el caso es que cada día convivo con más de ellos.
Juguetones es poco, porque se dedican a esconderme todo para que no lo encuentre.
Les encanta sobretodo mis llaves y mi móvil. A las llaves todavía no he encontrado la forma de ponerles una alarma que chifle cuando te acercas. Por eso a veces me desesperan cuando me hacen recorrer toda la casa en busca de ellas. Y si tengo prisa, mejor que mejor, porque entonces las esconden en un lugar inencontrableeee. Con el móvil me manejo mejor...hasta que me acuerdo que lo he dejado en silencio....Horroooorrrrr!!. Entonces, en ese momento dejan de haceme  ningún tipo de gracia.
Y que te cuento,  de ese papel tan importante que necesito yá!!, y que juro por mis muertos que lo he dejado ahí?. Si, ahí, justo ahí...pero ya no está. Puf!!!. 
A veces intento dialogar con ellos, pero se ríen de mí...no son capaces de tomarse nada en serio.
Y lo que colma mi paciencia es cuando se meten en mi bolso....mi bolso son palabras mayores (alguna mujer me entenderá). Me he encontrado tirada en el suelo...sacando cleanex, agua, boli, mi libretita, mis pinturas, mis llaves, mi monedero, mi no se qué coño hace esto aquí......y todo desparramaó a diestro y siniestro. Y he llegado a darle la vuelta al bolso...y que no!!! que ahí no está!!. Hasta que los graciosillos se han reido lo suficiente y entonces aparecen mis llaves del coche y puedo volver o ir.......
Amo a mis duendecillos!!
mária


viernes, 4 de junio de 2010

Y ella se pregunta...


Hay un océano por medio, pero eso no los separa.
Y ella se pregunta... como puede echar de menos unos labios que no la han besado?,
unas manos que no le han acariciado, una piel que no ha rozado?.
Si ella nunca ha apoyado su frente en su hombro.....
tampoco han vivido juntos ninguna aurora.
Y .... como puede echarle de menos.?
..  si no sabe de su olor....
si sus ojos no se han traspasado...
si sus corazones no han latido juntos,
si ella nunca sintió su respiración junto a la suya,
si no ha sentido su calor en la mañana,
si no sabe de sus caricias.
Fué sin querer.....tú estabas allí...
Y abrazaste su alma.

Eres mi Religión. Maná (con Zucchero)




 

Gracias.....

jueves, 3 de junio de 2010

Alethopteris




El otro día, me preguntó mi hijo, (que tenía que hacer un trabajo y andaba buscando información en internet) que qué quería decir esto:

"Alethopteris es un parataxón, un género-forma. Cuando se utiliza  se hace  para referirse a un determinado tipo de fronde, en que las pínulas de las frondes son adnatas y linear-lanceoladas"

Creo, que porque estaba un poco cansada........ no supe contestarle........


Mi terraza,...mi cielo





   Tengo una terraza  desde la que se ve el cielo, de donde vengo de mirarlo... todo lleno de  estrellas....hoy están muy luminosas y hay alguna nube pequeñita y silencio. Ha pasado por encima de mi, creo que era un pato. Me encantan las aves, todo tipo de aves, porque siento una comunicación especial con ellas.
   Aquí  me he llenado de inmensos momentos de gozo,  tambien he derramado muchas lágrimas. 
   Y me tumbo y me quedo extasiada mirando al cielo.....a las nubes......a los pájaros.......a la nada....... He pasado tantas horas allí. He sentido tantas cosas....tantos momentos sublimes, mágicos. 
   Sin buscar.......he visto las energias de colores del cielo.........los puntitos de luz....todas las cosas que sólo se dejan ver cuando no las buscas......cuando no las "miras"..
   Una vez vi, como una V de pájaros aparecía............. y en ese instante............. entendí la vida.... Sentí el Todo, La Nada........era perfecto.......la mente se acalló en ese instante....no había ninguna pregunta, ninguna respuesta.... nada que entender.
    No había nada.....pero estaba todo.
    Y lloré..... lloré y agradecí. 

mária. foto: mi cielo y mis nubes

Entrevista a Ramiro Calle y Joaquín Tamames







El poder de la intención.

Cualquier creencia se puede hacer realidad si es sincera y apasionada. El ser humano actúa siempre de un modo coherente con sus creencias, sobre todo con las que se refieren a sí mismo. En este sentido, rechazamos la información que contradice lo que ya hemos decidido creer, tanto si nuestras propias creencias y prejuicios se basan en hechos reales o en la fantasía.

No hay peores creencias que las autolimitadoras, aquellas que genera usted mismo cuando se considera incapacitado para algo. Así, por ejemplo, podría pensar que posee menos talento que otros o que los demás son, de algún modo, superiores a usted; o también podría haber caído en la trampa, muy habitual por cierto, de venderse por debajo de sus posibilidades o de su auténtica capacidad.

Las creencias auto limitadoras actúan a modo de frenos de su potencial, le retienen, alimentan los dos grandes enemigos del éxito personal -la duda y el miedo-, le paralizan y hacen que vacile a la hora de asumir riesgos inteligentes, necesarios para el pleno desarrollo de sus genuinas capacidades.
Para progresar, para evolucionar hacia adelante y hacia arriba en su vida y en su profesión, debe desafiar continuamente sus creencias autolimitadoras; rechazar cualquier idea o sugestión relacionada con sus propias limitaciones; y aceptar como principio fundamental que usted es una persona sin límites, capaz de hacer todo lo que han hecho los demás.

En realidad, nadie es mejor que usted ni más inteligente que usted. Si a otros les van mejor las cosas se debe, en gran medida, a que han desarrollado más su talento y sus capacidades naturales, y a que han estudiado y aplicado las leyes de la causa y el efecto a su vida antes que usted. Es muy probable que pueda hacer todo lo que haya hecho cualquier otro individuo, siempre dentro de unos límites razonables.

Todo lo que se espera con confianza se convierte en una profecía infalible. Nuestra manera de pensar y de hablar sobre el futuro de las cosas nos convierte en adivinos en nuestra propia vida. Cuando se espera y confía que ocurra algo positivo, casi siempre se hace realidad, mientras que cuando se esperan cosas negativas, el destino no suele defraudarnos.

Las expectativas tienen un efecto extraordinario en quienes nos rodean. Lo que esperamos de la gente y de las situaciones determina, más que cualquier otro factor, nuestra actitud hacia ellas, devolviéndonos nuestra actitud, positiva o negativa, como si se tratara del reflejo de un espejo.
En su vida personal, sus expectativas respecto a lo que le rodea e incluso su futuro tienden a cumplirse y ejercen una poderosa influencia en la gente y en los sucesos, tanto para bien como para mal.

El ser humano es un imán viviente que atrae invariablemente a la gente, a las situaciones y a las circunstancias que están en armonía con sus pensamientos dominantes. Esta ley explica la mayoría de los éxitos y los fracasos en la vida; es tan poderosa, penetrante y omnipresente que influye en todo lo que hacemos o decimos e incluso en lo que pensamos o sentimos.
Todo lo que tiene en la vida, ha conseguido atraerlo hacía sí gracias a su modo de pensar y a su forma de ser. Y dado que puede cambiar estos dos factores, es decir, la forma de pensar y la forma de ser, puede cambiar también su vida.

Seguro que habrá oído decir en más de una ocasión: «Dios los cría y ellos se juntan» o «Los deseos se cumplen». Son diversas formas de expresar la ley de la atracción.

Los pensamientos son muy poderosos, constituyen una especie de energía mental que viaja a la velocidad de la luz y son capaces de superar cualquier obstáculo. Ésta es la razón, por ejemplo, por la que se puede pensar en una persona, a veces desde una gran distancia, y un segundo después, suena el teléfono.... ¡esa persona al habla! Los pensamientos han establecido contacto con ella.
Por Brian Tracy

martes, 1 de junio de 2010

Ella



Ella contiene lo que alimenta al mundo
derramándolo libremente, la mujer sabia
sacia primero su propia sed.

La mujer sabia es como una madre; trae
al mundo el bien y el mal. La mujer sabia
es neutra; abre sus brazos a toda la gente.

El Tao es como la mujer sabia; esta libre de
desviación y permanece equilibrado.
Cuanto más da, más tiene.Cuanto más se
habla de ella, menos se la entiende.

Ella permanece centrada y equilibrada.

El Tao de la mujer.