martes, 8 de junio de 2010

Caperucita y el lobo machista





XLSemanal - 31/5/2010


Hoy me he levantado con talante. Como después de haber publicado El pequeño hoplita -un cuento sobre un niño en las Termópilas, que tanto debe a su magnífico ilustrador, Fernando Vicente- le tomé el gusto a la narrativa infantil, he decidido echar un cable. Ayudar a que nuestra ministra de Igualdad y Paridad, Bibiana Aído, rubia joya de la corona, haga realidad su bonito proyecto de conseguir que los cuentos tradicionales para pequeños cabroncetes sean desterrados de escuelas y hogares, y dejen de ser un reducto machista, sexista y antifeminista. O que, expurgados y reconvertidos a lo social y políticamente correcto, contribuyan, ellos también, a la formación de futuras generaciones de ciudadanos y ciudadanas ejemplares y ejemplaras.

Como está mandado. Al principio pensaba hacerlo con el cuento de Blancanieves y las siete personas de crecimiento inadecuado; que, como sostiene Bibiana, requiere, título aparte, una remodelación general urgente. Pero ciertos indicios de intolerable violencia machista en la casita del bosque, como que sea una mujer quien cargue con todas las labores del hogar, o que no haya paridad de sexos en el número de individuos que trabajan en la mina -su número impar complica además el asunto-, me decidieron a dejarlo para más adelante. Lo intenté luego con La soldadita de plomo y ploma; y no es por echarme flores, pero lo tenía casi resuelto. Una soldadita de plomo de la ULFF -Unidad Legionaria Femenina Feroz-, terror de los talibanes afganos y de los piratas del Índico, impedida en su extremidad locomotriz por haber caído poco metal en el molde cuando la fundían. O sea, incompleta física de una pierna, para entendernos. O no. Lo que antes se decía, en jerga fascista, coja. Y que, desde su repisa en el cuarto de juegos de una niña, se enamora de un bailarín de ballet de papel maché que está enfrente, puesto tal que así, de puntillas, y que tiene una bonita lentejuela de plata en el prepucio. Se lo leí a mi hija por teléfono, a ver qué tal iba la cosa; pero al llegar a lo de la lentejuela me aconsejó dejarlo. Te van a malinterpretar, dijo. Así que al final me decidí por un clásico inobjetable: Caperucita Roja. Y está feo que lo diga, pero la verdad es que lo he bordado. Creo.

Caperucita Roja camina por el bosque, como suele. Va muy contenta, dando saltitos con su cesta al brazo, porque, gracias a que está en paro y es mujer, emigrante rumana sin papeles, magrebí pero tirando a afroamericana de color, musulmana con hiyab, lesbiana y madre soltera, acaban de concederle plaza en un colegio a su hijo. Va a casa de su abuelita, que vive sola desde que su marido, el abuelito, le dio una colleja a Caperucita porque no se bebía el colacao, ésta lo denunció por maltrato infantil, y la Guardia Civil se llevó al viejo al penal de El Puerto de Santa María, donde en espera de juicio paga su culpa sodomizado en las duchas, un día sí y otro no, por robustos albanokosovares. Que también tienen sus necesidades y sus derechos, córcholis. El caso es que Caperucita va por el bosque, como digo, y en éstas aparece el lobo: hirsuto, sobrado, chulo, con una sonrisa machista que le descubre los colmillos superiores. Facha que te rilas: peinado hacia atrás con fijador reluciente y una pegatina de la bandera franquista, la de la gallina, en la correa del reloj. Y le pregunta: «¿Dónde vas, Caperucita?». A lo que ella responde, muy desenvuelta: «Donde me sale del mapa del clítoris», y sigue su camino, impasible. «Vaya corte», comenta el lobo, boquiabierto. Luego decide vengarse y corre a la casa de la abuelita, donde ejerce sobre la anciana una intolerable violencia doméstica de género y génera. O sea, que se la zampa, o deglute. Y encima se fuma un pitillo. El fascista. Cuando llega Caperucita se lo encuentra metido en la cama, con la cofia puesta. «Que sistema dental tan desproporcionado tienes, yaya», le dice. «Qué apéndice nasal tan fuera de lo común.» Etcétera. Entonces el lobo le da las suyas y las de un bombero: la deglute también, y se echa a dormir la siesta. Llegan en ésas un cazador y una cazadora, y cuando el cazador va a pegarle al lobo un plomazo de postas del doce, la cazadora contiene a su compañero. «No irás a ejercer la violencia -dice- contra un animal de la biosfera azul. Y además, con plomo contaminante y antiecológico. Es mejor afearle su conducta.» Se la afean, incluido lo de fumar. Malandrín, etcétera. Entonces el lobo, conmovido, ve la luz, se abre la cremallera que, como es sabido, todos los lobos llevan en la tripa, y libera a Caperucita y a su provecta. Todos ríen y se abrazan, felices. Incluido el lobo, que deja el tabaco, se hace antitaurino y funda la oenegé Lobos y Lobas sin Fronteras, subvencionada por el Instituto de la Mujer. Fin. Arturo Perez Reverte

9 comentarios:

  1. Hola maría!! Buenísimo, una caperucita más acorde a este mundo.
    Feliz martes!!
    BESOSSSSSS

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  2. María, vamos apañaaaaaaaos y apañaaaaaaas con tantos cambios en nuestras vidas, que ya hasta quieren cambiar esos cuentos populares que, como comentábamos el otro día, se escribieron en una época y en una sociedad muy distinta a la nuestra, pero que no hay que ser tan retorcidos con ellos, es cierto que algunos tienen historias retorcidas, machistas, retrógradas y demás, pero vamos que muchos no han leido estos cuentos en su vida y son unos mafiooooos@s de mucho cuidado.
    Pues nada a partir de ahora donde hay lobos habrá lobas, y donde hay caperucitas también podemos poner caperucitos, no? Puestos a modificarlo toooodo.

    Beeeeesos.
    Te veeeeeeeeeeeeeeeeeeeo ;)

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  3. Una pasada el texto de Pérez reverte, y tiene delito lo de nuestra ministra de igualdad, delito tiene.

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  4. JAJAJAJA! No me he podido reir más, muy bueno...
    Ay! que dificl es encontrar el camino del medio. A veces vemos cosas dónde no las hay o no las vemos dónde las hay...

    Un besito.

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  5. jajaja...qué buen rato!!

    Los cuentos tradicionales ..de toda la vida, encierran metaforas que reflejan esas creencias compartidas en nuestro inconsciente colectivo.

    Es un tema precioso en el que zambullirse y al que dediqué mi interés tiempo atras.

    No entro a valorar la interpretacion de Reverte,pero reconozco que su estilo me engancha y divierte.

    Un abrazoteeee para la niña linda.

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  6. Querida María Soy luz de colores te mando este mensaje para disculparme del error que hé tenido con tu premio espero que me perdones ,no sé que me ha pasado ,con el jaleo de los estudios y demás se me há pasado de ver tu comentario y todavía no sé por que me ha ocurrido... Me habré liado con el cuarentañera... Lamento haberme equivocado, remendaré el error con mucho gusto
    muchos besos de colores para ti

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  7. Muy original lo de Lopez Reverte e ironico... besitos guapa!

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  8. Bueno ,perdón Perez Reverte...ultimamente estoy muy espesa....

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  9. No pasa nada. Ya sabemos los estragos que hacen los estudios. Unos golpecitos suaves...y todo vuelve a funcionar Sol de colores, perdon, digo Luz de colores.
    Besoooossss lindaaaa.

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Gracias!!