sábado, 6 de marzo de 2010

La vida: una sucesión de travesías del desierto donde el oasis es siempre interior




"Todos quieren cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo"
Leon Tolstoi


Amigos dedicados, a estas alturas:
Cuanto ha sido escrito sobre la felicidad, durante siglos resumida como ese asboluto último por prácticamente todos los filósofos. Han sido años y años de colocarla en el infinito, en el otro o lo otro, como un objeto al que debemos aspirar y por el que debemos sacrificar algo. Tal vez por esta razón la felicidad nos quedaba lejana; se reía, escurridiza, escondiéndose detrrás de ese otro concepto, el destino, que tanto nos ha atado las manos.
   Pero las cosas, por fortuna, están cambiando. Ser feliz, más que un agarrar, se está empezando a identificar con un soltar. Libertad, además, subjetiva, que nace de uno mismo y se identifica con uno mismo: mi felicidad puede no ser tu felicidad.
   Por fin, en esta vida, feliz se traduce en persona y personal, en vivencia y no objetivo, en alternancia y no eternidad. Lo que nos hace felices es saber que la felicidad va y viene. Te recuerdo que hemos hablado de lo muy infelices que nos acaba haciendo la monotonía y la rutina.
   Con todo, confusos por el concepto milenario de la búsqueda de la felicidad, cegados por las fotos de las revistas que asocian bienestar económico con glamour y felicidad, centramos nuestras vidas en la liquidez, en la compra, en la posesión. Uno o más coches, vestidos, viajes sin espíritu.....y la felicidad que no asoma a ninguna parte. ¿Por qué será?.
   Dice el cuento que en el principio de los tiempos se reunieron varios demonios para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: "Debemos quitar algo a los hombres, pero ¿qué les quitamos?". después de mucho pensar uno dijo: "Ya sé. Vamos a quitarles la felicidad, pero el problema es que no sé donde esconderla para que no la puedan encontrar". Propuso el primero: "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo". Inmendiatamente repuso otro: "No, recuerda que tienen fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está". Luego propuso otro: "Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar". Otro contestó: "No, recuerda que tienen curiosidad; alguna vez alguien construirá un aparato para poder bajar y entonces la encontrara". Uno más dijo: "Escondámosla en un planeta lejano de la tierra". Y le dijeron: "No, recuerda, que tienen inteligencia; un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otrso planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad". El último de ellos había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. analizó cada una de ellas y entonces dijo: "Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren". Todos lo miraron asombrados y preguntaron al mismo tiempo: "¿Donde?. El demonio respondió: "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera que nunca la encontrarán". Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva dentro.
Que mejor que este breve relato para contestar a la pregunta, ¿verdad?. Es posible que lo conocieras, pero quería recordarlo.
   A partir de aquí ya ha llegado el momento de aceptar, todos y cada uno de nosotros, que el gran oasis de nuestra vida, desértica o no según las ciscunstancias, siempre viaja con nosotros. La cuestión es que demasiadas veces nos alejamos de él debido a nuestra prodigiosa capacidad de angustiarnos con los problemas que aún no tenemos. Perdemos la conexión con el aquí y el ahora, con la realidad objetiva y nos perdemos el goce del oasis interior.
   No hace falta irse al desierto para encontrarlo. Lo sabemos: lo que tenemos que tener ya lo tenemos. Sólo debemos abrir nuestra caja fuerte espiritual.
   Te deseo lo mejor, que no tiene porqué ser lo bueno.
Alex
(Carta 24 del libro La Buena Crisis de Alex Rovira)



1 comentario:

  1. Así es María, vamos corriendo como el burro detrás de la zanahoria, es imposible creer que nuestra felicidad depende de cosas, situaciones o personas. Tampoco creo en la "positivitis", tratando de ignorar y tapar lo que nos pasa.
    A cada día le basta con su afán.

    "te deseo lo mejor, que no tiene porqué ser bueno".

    Abrazosss!

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