La rana y la gota de lluvia se fusionan.

Hay ranas que permanecen en letargo durante años enterradas, esperando una gota de lluvia.

También hay nubes que viajan por todas partes y se cargan de millones de gotas y no la entregan hasta que aparece una rana dispuesta a recibir. La rana y la gota de lluvia son la misma cosa. Hay en ambos un acuerdo inconsciente de encontrarse en el mismo acto de la entrega. La rana tiene que salir y la nube tiene que descargar.

Nada puede suceder en la vida de un ser humano si no hay entrega. Podemos dar y recibir muchas cosas, pero si no hay entrega no sucede la sanación. El dar y recibir que conocemos es un negocio de un ego resentido y lleno de condiciones que nos aleja de los otros y de nosotros mismos. Pero la entrega incondicional nos acerca y nos une. Para el Ser, dar y recibir es lo mismo. Un fenómeno de abundancia que experimenta la existencia en todas partes. Dar y recibir es el viaje, el único viaje que puede hacer un ser humano. Lo que das, lo recibes, lo que envías te llega, lo que emites es lo que sintonizas. cuando en el mismo acto de dar, recibes, y al recibir, das, se funden las direcciones de la misma energía de la entrega y retornan a cada uno de igual manera, se pierde el rastro de quien dio, quien recibió. Hay dos partes que se abren, se dan y se reciben al mismo tiempo, se funde y confunde el origen y el destino. La fuente proveedora y los receptores se convierten de repente en uno.

La entrega es una consecuencia de este fenómeno de dar y recibir. El fenómeno de la entrega es la razón máxima de existir. La entrega no es algo que puedas hacer sino algo que puede suceder como consecuencia de que dos partes se abren a dar y recibir al mismo tiempo y sin ninguna condición. La entrega es la sincronía del alma.

Como dice una amiga: Los vagabundos espirituales que están naciendo en todo el mundo, estén donde estén y hayan hecho lo que hayan hecho, llevan dentro de su interior un imán y allá por donde van acaban uniéndose.

El encuentro de quienes se han abierto y entregado a la vida y a lo que en ella sucede es inevitable. Puedes no darte cuenta, puedes rechazarlo, puedes dar vuelta la cara para no verlo, puedes salir corriendo de miedo, pero el encuentro sucederá igual. El encuentro está sucediendo ahora mismo entre muchas personas que teníamos que encontrarnos para vernos y para sanarnos.

Desde el cuerpo podemos encontrarnos, acercarnos, sentirnos, amarnos, eso si nos abrimos a compartirnos, pero por más placer que sintamos, por más cerca que estemos, aunque estemos uno dentro del otro, siempre seremos dos. No hay ninguna posibilidad de que seamos uno.

Desde el corazón podemos fundirnos en el mismo sentir y en la misma sensibilidad. Tenemos la posibilidad de llegar a ser uno con el otro si nos entregamos al otro sin ninguna condición. La entrega desde el corazón produce el primer vislumbre de unidad.

Desde el ser siempre hemos sido uno, no es necesario abrirse ni entregarse, no es necesario ningún encuentro físico ni ninguna sincronía sentimental. No hace falta nada. ya somos uno.

Por eso la experiencia de vivir en un cuerpo es tan preciosa, porque es desde donde podemos comenzar el viaje hacia el Ser para recuperar la memoria de lo que éramos, que es lo que somos y seremos.

Por eso es tan enriquecedor vivir desde el corazón, porque el corazón es el que nos regala la experiencia de unidad con el otro y con el todo y nos prepara el acceso directo al Ser.

El vagabundo espiritual está profundamente emocionado por el agradecimiento que siente hacia quienes le permitieron verse. Espejos de su propio corazón.

Gracias a todos los que me están sanando. Somos uno. Somos el todo.

Alberto Varela