Para Eva, compañera de mi vida y de tantas vidas, de tantos árboles.
Por tantos árboles subidos y tantos que nos han conquistado.
Este lenguaje poca gente lo entiende. Y como me gusta pedir, quiero para mi cumple
una foto de las dos subidas al que más te guste. Y no me digas que no!.
Sé que lloraremos.
(no tengo perdón, pero sigo con el teléfono "changao"..........que hay móviles?.... yaaa!!
Que te quiero!!!!!!
Cuando veo abedules oscilar a derecha
y a izquierda, ante una hilera de árboles más oscuros,
me complace pensar que un muchacho los mece.
Pero no es un muchacho quien los deja curvados,
sino las tempestades. A menudo hemos visto
los árboles cargados de hielo, en claros días
invernales, después de un aguacero.
Cuando sopla la brisa se les oye crujir,
se vuelven irisados cuando se resquebraja
su esmaltada corteza. Pronto el sol les arranca
sus conchas cristalinas, que mezcla con la nieve...
Esas pilas de conchas esparcidas diríase
que son la rota cúpula interior de los cielos.
La carga los doblega hacia los mustios
matorrales cercanos, pero nunca se quiebran,
aunque jamás podrán enderezarse solos:
durante muchos años las ramas de sus troncos
curvadas barrerán con sus hojas el suelo,
igual que arrodilladas doncellas con los sueltos
cabellos hacia atrás y secándose al sol.
Mas cuando la Verdad se me interpuso
en la forma de un hecho como la tempestad,
iba a decir que quizás un muchacho,
yendo a buscar las vacas, inclinaba los árboles...
Un muchacho que por vivir lejos del pueblo
sólo sabe jugar, en invierno o en verano,
a juegos que ha inventado para jugar él solo.
Ha domado los árboles de su padre uno a uno
pasando por encima de ellos tan a menudo
que nada les dejó de su tiesura.
A todos doblegó; no dejó ni uno solo
sin conquistar. Aprendió la manera
de no saltar de un árbol sin haber conseguido
doblarlo contra el suelo. Conservó el equilibrio
hasta llegar arriba, trepando con cuidado,
con la misma destreza que uno emplea al llenar
la copa hasta el borde, y aun arriba del borde.
Entonces, de un envión, disparaba los pies
hacia afuera y saltaba del aire hasta la tierra.
Yo fui también, antaño, un columpiador de árboles;
muy a menudo sueño en que volveré a serlo,
cuando me hallo cansado de mis meditaciones,
y la vida parece un bosque sin caminos
donde, al vagar por él, sentirnos en la cara
ardiente el cosquilleo de rotas telarañas,
y un ojo lagrimea a causa de una brizna,
y quisiera alejarme de la tierra algún tiempo,
para luego volver y empezar otra vez.
Que jamás el destino, comprendiéndome mal,
me otorgue la mitad de lo que anhelo
y me niegue el regreso. Nada hay, para el amor,
como la tierra; ignoro si existe mejor sitio.
Quisiera encaramarme a un abedul, trepar,
por las ramas oscuras del blanquecino tronco
y subir hacia el cielo, hasta que el abedul,
doblándose vencido, me volviese a la tierra.
Subir y regresar sería muy hermoso.
Pues hay cosas peores en la vida que ser
un columpiador de árboles.
Robert Frost
Versión
de Agustí
Bartra
Foto: servidora en otro de sus medios
Foto: servidora en otro de sus medios
Al leer tu dedicatoria me ha venido a la cabeza la pelicula "Tomates Verdes Fritos"...y la relación tan especial que tenian las dos amigas.
ResponderEliminarAbrazos.
Ya veo de lo que es capaz de hacer una sirena en la tierra con sus piernas.
ResponderEliminarTiene que ser increible encaramarse a un abedul como tú lo haces.
Beeesos y buenos días Sirena.
Yo también mantengo el sueño de volver a domar árboles. Cada vez que veo uno estudio sus posibilidades Hay un par de ellos que me están esperando desde hace años. El equilibrio de entonces, que sin manos correteábamos por las ramas de las encinas, no sé yo si resistirá la sensatez de ahora. Pero ¡me apunto! qué idea tan genial.
ResponderEliminarNo te preocupes por el teléfono. No me siento incomunicada. ¡Cómo estarlo! Mil gracias otra vez. Me ha encantado. Yo también te quiero, pa que lo sepa todo el mundo, que tú ya lo sabes.
Por cierto, querida servidora en su medio, estás estupendamente en la foto, con el árbol dominado, no se escapa ni una rama.
ResponderEliminarPues yo, para serte sincero, sólo he leído lo que has escrito tú y he estado mirando la foto... el poema no he llegado a leerlo porque ya antes de él se me agolpan las ideas ante el teclado. Llevas razón... subirse a un árbol es un lenguaje que no todos comprenden y una forma genial de entablar diálogo con el niño que llevamos preso en el alma.
ResponderEliminarBesos trepadores
P.D.: para subirse a un pino hay que estar muy en formaaaa o ser muy críoooo!!!!!
Hola María!! Hermoso post amiga.Yo "quisiera alejarme de la tierra algún tiempo,
ResponderEliminarpara luego volver y empezar otra vez."
Feliz martes!!
Besosssss
Sin duda, un bello homenaje, es fantástico recordar momentos de nuestra infancia y poder compartirlos...
ResponderEliminarMaría sigue trepándote a los árboles, jamás lo dejes de hacer!!
Besos!
Que lindo!...yo me subía a los árboles cuando niña...me encantaba porque quería estar cerca de los pájaros. Me queda el recuerdo del árbol de granadas porque allí me escondía y me di un empacho de granadas jajaja..que ricas estaban.
ResponderEliminarMi hijo mas pequeño vive trepado a todo árbol que encuentra, creo que es un columpiador y domador de árboles muy bueno...y a mi me encanta que lo sea.
Hermoso poema para tu amiga.
Abrazosss
Lindo post, muy interesante la manera
ResponderEliminaren la que escribes...
Te sigo, saludos.
Querida Mária, qué bien estás en ese árbol, y tus palabras y las de tu amiga, y hermoso el poema! Con todo esto me has dado ganas de subirme a los árboles de mi infancia, como la higuera que me dejaba comer desde la rama... y ahora me has inspirado para escribir algo sobre eso.
ResponderEliminarGracias y abrazos!!!