Expectativa es una palabra clave cuando hablamos de resentimiento. Los
resentimientos nacen de las expectativas frustradas. Cuando damos por
descontado y creemos justo y lógico que el otro se comporte de determinada
manera en algo que tiene significado especial para nosotros, y esto no sucede
así, nos sentimos injustamente pagados, ofendidos, adoloridos y frustrados. Así
comienzan los resentimientos.
Reconozcámoslo o no, de alguna manera nosotros pensamos que la otra
persona se va a ver afectada cuando tenemos hacia ella un resentimiento; sin
embargo, la paradoja es que el resentimiento es una de esas “victorias
engañosas” que obra como un bumerán, es decir, que se devuelve contra el que
lo lanza. El dolor que esperaba causarle al otro y todas las demás
consecuencias negativas las está recibiendo usted.
Cuando una persona está resentida con alguien, desea vengarse. Quiere que el
mismo dolor que está sintiendo, lo padezca el otro y, por lo tanto, lo primero
que se le ocurre es retirarle lo más importante que está dando: su amor, su
afecto, su amistad o su interés, dependiendo del tipo de relación que tengan. Lo
importante es que el otro se de cuenta de que está herido y esto le duela.
Quien está resentido con otro, sabotea poco a poco su relación porque, a partir
de su herida, aplica una forma intransigente y a veces injusta para juzgar lo que
la otra persona hace o deja de hacer. El resentimiento cambia su perspectiva de
la relación, usted comienza a ser menos benévolo con el otro; algunas cosas
que antes no le molestaban ahora las encuentra insoportables y, aún más, lo que
todavía funciona bien entre los dos, empieza a parecerle falso o sin sentido.
Esto lo aplica no sólo al presente y al futuro sino a su análisis del pasado, y allí
encuentra muchos motivos de queja de los que “no se había dado cuenta antes”.
Este es el momento en que usted se pregunta: “¿Por qué fui tan ciego o ciega
ante todo esto?, ¿cómo fue que deje que esto sucediera y no reaccioné? Lo que
pasa es que ahora está mirando las cosas con otros “ojos”. Ya no tiene la
flexibilidad, la comprensión y la buena voluntad que tenía es ese momento
hacia esa persona. Ahora, debido a su herida, usted se ha convertido en “un
enemigo” y ya no está dispuesto a disculpar nada.
Carlos Devis
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